Un Camino Para Obtener Paz y Confianza
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
La Teosofía enseña que la Tierra es un campo magnético
 
 
 
Según la tradición exotérica y popular, fue a partir de la provincia de Magnesia, en la Grecia clásica, que el mundo occidental empezó a hablar de los fenómenos magnéticos – y desde entonces nunca ha dejado de hacerlo.
 
Allí, 600 años antes de la era cristiana, la gente se dio cuenta de que ciertas piedras tenían la misteriosa propiedad de atraer metales. Bautizadas como magnetitas, las piedras magnéticas se convirtieron en una atracción en todo el mundo antiguo. Algunos creían que tenían poderes curativos y efectos milagrosos.
 
Para la filosofía esotérica, el origen de la palabra “magnetismo” es distinta. Helena Blavatsky afirma que el término viene de “magh” ou “magus”, que por su vez viene de la palabra sánscrita mahat, “el grande o el sabio (el que fue ungido por la sabiduría divina)”.
 
Blavatsky prosigue:
 
“Como los magos le atribuyen ese origen al nombre, la piedra magnética o imán  fue así llamada en homenaje a ellos, pues ellos fueron  los primeros a descubrir sus propiedades maravillosas. Sus templos estaban por todas partes del país…” [1]
 
La definición teosófica de magnetismo sigue la tradición esotérica antigua. Al contrario de lo que dice una ciencia moderna de horizontes angostos, la palabra no se refiere a un efecto de atracción limitado, producido por piedras hechas de óxidos de hierro y que constituyen imanes naturales.
 
El magnetismo es literalmente un fenómeno omnipresente: es activo en el pequeño espacio de cada átomo del universo, pero al mismo tiempo rige el funcionamiento de las grandes galaxias. Específicamente en el mundo humano, hay un magnetismo sutil que influye en las emociones y pensamientos, y está directamente relacionado incluso con nuestros motivos más secretos.  
 
Sin lugar a duda, la fuerza de los electrones que giran alrededor del núcleo de cada átomo es magnética. Además, toda luz es una onda electromagnética, lo que significa que si no existiera el magnetismo, los soles y las estrellas de nuestra galaxia se apagarían. La Tierra misma es un gran circuito magnético y es parte de conexiones magnéticas aún más grandes. En nuestro planeta, animales como palomas, langostas y tortugas marinas tienen la capacidad de entrar en contacto con el campo magnético de la Tierra y ser guiados por ese medio en sus largos viajes. Helena Blavatsky escribió en el siglo 19:
 
“La tierra es un cuerpo magnético. De hecho, muchos científicos han encontrado que es un enorme imán, como dijo Paracelso hace cerca de 300 años. La Tierra está llena de una especie de electricidad – llamémosla positiva – que se produce continuamente por la acción espontánea en su interior o centro del movimiento. Los cuerpos humanos, al igual que todas las demás formas de la materia, están cargados de la forma opuesta de la electricidad – negativa.”[2]
 
Naturalmente, el magnetismo va mucho más allá del plano físico. La realidad tiene diferentes niveles de sutileza y densidad, y hay varios tipos de magnetismo para cada uno de ellos. Hay un magnetismo vital, por ejemplo, y cuando él está concentrado y armonizado tenemos buena salud, pero cuando lo desperdiciamos nos hacemos vulnerables. 
 
Hay un magnetismo emocional, y por ello ciertas personas ejercen una atracción tan poderosa sobre las demás. Hay un magnetismo mental, y en ese plano las personas se inspiran por ideas, o lanzan pensamientos cuyo poder magnético atrae a millones.
 
El magnetismo propio del plano espiritual es el más sutil y, también, el más duradero. Armado sólo con la energía impersonal de su alta enseñanza, los grandes sabios y pensadores de la historia humana han sido capaces de imantar y magnetizar corazones y mentes durante milenios, poniéndolos en el camino de la auto-liberación.  
 
El poder magnético del alma inmortal, cuando está despierto, purifica todos los niveles de magnetismo del aura individual, lleva foco de la consciencia hasta al plano de la vida eterna e influencia y acelera al mismo tiempo el despertar de los demás. Así que no importa la cantidad de magnetismo que alguien pueda tener. Interesa saber si el magnetismo es correcto y elevado, o es prejudicial. Un egoísta sólo crea más problemas para sí mismo y los demás, si tiene su magnetismo intensificado. Por otro lado, el magnetismo de la sabiduría y de la verdad suele causar algunos obstáculos a corto plazo, porque debe desafiar las rutinas de la ilusión organizada, pero produce efectos beneficiosos a medio y largo plazo. Aunque el magnetismo compatible con la verdad y la ética a menudo crece lentamente y con dificultad, es el único que debe ser buscado intensamente. Se puede encontrarlo en todos los niveles de conciencia y acción.  Su energía conecta y da coherencia a los diferentes aspectos de la vida.
 
El proceso del magnetismo está relacionado con un cierto alineamiento de fuerzas sutiles. La ciencia convencional enseña que las sustancias ferromagnéticas, esto es, sensibles a la acción de un imán, tienen diferentes grupos de átomos que se denominan dominios. Dentro de cada dominio, los polos de los átomos apuntan en la misma dirección, pero, por lo general, diferentes dominios apuntan a diferentes lados. Por lo tanto, sus fuerzas magnéticas se anulan entre sí y el objeto compuesto de hierro o níquel no tiene poder magnético. Sin embargo, cuando el objeto se coloca en contacto con un imán, los diferentes dominios o grupos de átomos pasan a apuntar todos en la misma dirección – y, gracias a este alineamiento, todo el objeto adquiere propiedades magnéticas. El sistema vital y emocional de una persona funciona de manera similar.
 
El ciudadano que no tenga una fuerte voluntad alimenta deseos que apuntan a diferentes lados y metas que se contradicen entre sí. De ese modo sus deseos se anulan entre sí. El resultado es una persona sin rumbo, cuya dispersión magnética provoca una pérdida de la energía vital. Pero el ciudadano magnético tiene sus diferentes campos magnéticos – que abarcan los “átomos” físicos, emocionales y mentales – apuntando en la misma dirección. De ese modo él tiene el poder de atraer hacia sí, con una fuerza proporcional, una cierta sabiduría. Un grupo humano armonizado internamente tendrá el mismo potencial, pero con mayor energía. Este hecho es crucial para los estudiantes de filosofía esotérica, aunque hay que recordar que la armonía interna incluye la diversidad externa, y que la uniformidad total extingue la vida magnética. Vida implica movimiento. 
 
El cosmos pone a disposición de todos una energía inagotable. Pocos saben captarla. El camino magnético correcto consiste en desear cosas coherentes y adecuadas, aceptando con humildad las dificultades y los desafíos. Conforme a la actitud de un individuo ante la vida, su poder magnético aumentará o se reducirá.  Sin vigilancia, se puede quedar atascado en situaciones que sólo retrasan el aprendizaje del arte de vivir.
 
El magnetismo en el aura de la persona se acumula en torno al deseo, la voluntad y los hábitos. El camino espiritual es una serie de pasos por los que el individuo cambia las situaciones magnéticas inferiores  por situaciones magnéticas superiores. Debido a la fuerza magnética automática de los hábitos, no es suficiente saber lo que está bien y lo que está mal. El estudiante también debe examinar si no se identifica inconscientemente con el magnetismo de la ilusión. Esto puede ocurrir incluso después de reconocer la ilusión como tal en su conciencia pensante. Robert Crosbie escribió:
 
“Nadie que ve su error es un fracasado. En el momento en el que vemos que estamos engañados, dejamos de estarlo, aunque todavía estemos rodeados por las consecuencias de la ilusión y tengamos que abrirnos camino a través de ellas. Todos los obstáculos y las dificultades provienen de la auto-identificación con la ilusión y los errores; esta es la ilusión de ilusiones.”[3]
 
Además de ver lo verdadero y lo falso, es necesario renunciar de forma activa a lo que es falso, optando por lo real. Y no siempre eso es fácil, ya que requiere el desarrollo magnético de la propia voluntad.
 
Cuando respiramos aire puro y mantenemos contacto con la luz del sol, por ejemplo, aumentamos y elevamos nuestro magnetismo vital. La respiración corta y apresurada es antimagnética, mientras que la respiración profunda aumenta la fuerza personal. Ejercicios diarios de respiración, hechos al aire libre, recargan el organismo con prana, la fuerza vital del cosmos. Caminar por la naturaleza sin preocupaciones expande la vitalidad.  Los ejercicios físicos moderados oxigenan todo el cuerpo y son magnetizantes. Las personas naturalmente magnéticas se alimentan correctamente, no comen en exceso, trabajan con gusto y dedicación y actúan con calma. 
 
El magnetismo emocional superior aumenta cuando las personas mantienen sentimientos elevados, evitan discordia y practican el desapego. La buena voluntad para con todos es una práctica eficaz. Si alguien expresa envidia y busca despreciar un trabajo, la persona magnética deja clara su independencia en relación a esos juegos mentales, pero no alimenta rencor. Cuando sabemos nuestro valor, sabemos inspirar respeto sin necesidad de agredir, y reconocemos lo que hay de bueno en los demás. “Vivir y dejar vivir” – este lema hace bien al equilibrio magnético de todo ser humano.
 
En el plano mental, los individuos magnéticos se concentran serena y profundamente en sus metas. Ellos tienen una capacidad de mirar para cada aspecto da vida desde diferentes puntos de vista. Es saludable escoger temas filosóficos como objeto de estudio y lectura. Naturalmente, un  ser magnético evita discusiones mezquinas porque sabe que ideas y opiniones fijas son fuentes de pérdida energética. Su mente está naturalmente puesta al servicio del bien  a través de acciones constructivas.  Tiene un pensamiento ágil, capaz de revisar constantemente sus premisas. 
 
La presencia del magnetismo espiritual hace que las metas personales egoístas sean abandonadas. Para cualquier persona que tiene esta fuerza, es natural meditar diariamente sobre la verdad universal en el centro de todas las cosas y en el centro de su propio corazón. En este contexto, el individuo tiene interés por investigar lo que está más allá del pensamiento. Él consigue lo que busca concentrándose en el vacío central de la Ley del Equilibrio [4], que dirige silenciosamente tanto su propia consciencia como  la consciencia del universo. De ese modo, el estudiante deja de querer cosas buenas sólo para sí mismo o a corto plazo. A partir de este momento, tanto su sufrimiento como su felicidad son diferentes de las formas de felicidad y sufrimiento que se encuentran en el mundo convencional. Tal individuo puede hacer un acto de sacrificio, para combatir los mecanismos por los que perpetúa la ignorancia ética y espiritual de la humanidad. Por lo tanto, atraerá un grado de sufrimiento para su yo inferior. Sin embargo, en la misma medida, se incrementará el magnetismo bendito que caracteriza el plano del yo superior.
 
Todos los aspectos de la vida están interconectados. Cuando se reúne magnetismo positivo en un determinado dominio, se hace más fácil preservar el magnetismo en los otros aspectos.
 
Es cierto que una persona puede tener una buena cantidad de magnetismo en un determinado dominio de la vida y, al mismo tiempo sufrir pérdidas significativas de energía en otras áreas. Para aquellos que siguen el camino teosófico, este es el proceso de retos y probación.  A pesar de los desafíos, los seres magnéticos siembran sentimientos de buena voluntad en relación con sus colegas, amigos, familiares y conocidos. Nadie vive en aislamiento, y que se planta, se cosechará. Esta ley trabaja también a nivel de pensamiento. Sin lugar a dudas, en muchos casos la cosecha buena o mala puede pasar a la próxima encarnación. También es un hecho que esta ley no funciona mecánicamente, o de forma simplista, lineal o predecible. Pero la perfección con la que se opera es generalmente infalible, como se puede ver a través de los numerosos aspectos y procesos en los que su funcionamiento es observable.
 
Uno de los factores más importantes de la vida magnética de todo individuo sabio es la capacidad de no querer nada intensamente en el plano egoísta y personal a corto plazo.
 
La ausencia de deseos confusos permite reunir energía sutil. La presencia de una voluntad noble, constante y elevada es esencial para tener contacto con la fuente de energía superior. Consciente de esto, el individuo magnético renuncia al deseo de objetos de menor importancia. Él acepta el vacío en términos de cosas secundarias porque ha centrado su interés en lo que considera principal. Deja a un lado el placer inmediato y así es capaz de ser activado por una intención impersonalmente justa.   
 
Eliphas Levi escribió:
 
“El placer es un enemigo que debe convertirse inevitablemente en nuestro esclavo o nuestro señor. Para poseerlo es necesario luchar y para disfrutarlo es necesario haberlo vencido. El placer es un esclavo encantador, pero un amo cruel, implacable y despiadado asesino. Él cansa, agota y mata a los que domina, habiendo engañado todos sus deseos y traicionado todas sus esperanzas”.[5]
 
Cada ciudadano produce y mantiene su propio magnetismo a través de las prácticas que elige. La fuerza de voluntad media ejercida por una persona genera una corriente magnética correspondiente, que envuelve y anima a su cuerpo. El ejercicio físico es bueno para la salud porque acumula voluntad saludable en los músculos y en todos los tejidos del cuerpo. Posturas de Yoga, ejercicios de artes marciales, la práctica de la natación, paseos al aire libre o incluso ir en bicicleta son maneras de obtener y concentrar vitalidad y magnetismo físico. Pero lo que se piensa, se quiere y se hace en los planos más sutiles también reúne magnetismo correspondiente a diferentes planos o dominios de la vida. Por lo tanto, la producción de buen magnetismo depende de la formación de buenos hábitos.
 
Las costumbres de una persona funcionan como pequeñas centrales eléctricas que generan su propia energía. Ya sea a través de una represa hidroeléctrica o un cataviento, la electricidad convencional es recogida por una serie de movimientos mecánicos repetidos, cuya energía se retiene y se transforma. Del mismo modo, una cierta energía magnética se acumula con la repetición de nuestras pequeñas actitudes habituales en la vida diaria, ya sean físicas, emocionales o mentales. La energía generada por nuestros hábitos puede parecer pequeña, pero esto no es cierto. Treinta minutos de estudio diario y contemplación pueden hacer una gran diferencia después de unos meses. Cuarenta minutos de lectura meditada por día son suficientes para cambiar una vida, si conducen al fortalecimiento de una voluntad espiritual asociada al discernimiento y sentido común.
 
Los hábitos fortalecen deseos, definen el carácter y establecen la visión que uno tiene de la vida. La ruptura de las rutinas inútiles funciona como una represa que detiene el curso de un río de aguas turbias – y produce una energía eléctrica valiosa.
 
Al permanecer inmóvil durante algún tiempo examinando las verdades universales, un flujo antes libre de hábitos físicos y emocionales dispersivos pasa a ser contenido, produciendo un mayor magnetismo.
 
Cuando estudiamos teosofía original o filosofía clásica, no permitimos que ningún pensamiento de índole personal o dispersiva domine nuestra consciencia. Dejamos que los pensamientos se concentren una y otra vez en un tema sagrado y abstracto libremente elegido por nosotros. Poco a poco, este foco mental se extiende a las 24 horas del día, y la energía mecánica de los hábitos de pensamiento se transforma en una fuerza electromagnética purificada. Esta elevación constante de la conciencia genera Voluntad espiritual y reduce gradualmente la fuerza de los viejos hábitos de pensamiento y emoción. El viejo flujo de la energía gastada inconscientemente es cada vez más transmutado, y de este modo pasamos a tener más energía disponible para cada iniciativa nuestra. Obtenemos una presencia más fuerte y magnética delante de los sucesos y situaciones en la vida. Desactivamos el factor personal en situaciones de corto plazo, y generamos magnetismo espiritual en torno a los temas y realidades del yo superior.
 
El cerebro humano es una estación central de conexiones electromagnéticas. Su potencial es ilimitado. La energía que pasa a través de él gana fuerza y claridad a medida que obtenemos experiencia y algo de sabiduría. 
 
El silencio mental, la renuncia a las diferentes formas de codicia y miedo, pensamientos correctos y una polarización de nuestra conciencia en torno a los hechos positivos y aspectos universales de la realidad son, todas, decisiones y elecciones voluntarias.
 
Estas posibilidades están a nuestro alcance. Sirven para liberarnos del sufrimiento psicológico. El pensamiento crítico es esencial, pero no debemos ser arrastrados por él. Es conveniente poner más énfasis en la construcción de lo que es correcto que en la destrucción de lo que está mal. La crítica franca es importante, ya que limpia la tierra sobre la que debemos construir. Pero hay que ser más duros con nosotros mismos que con los demás, porque la construcción principal es siempre la auto-construcción. Toda crítica que no está al servicio de la construcción de lo que es correcto constituye una fuga y una pérdida de energía magnética. La ley de conservación de la energía es la misma ley de la conservación del magnetismo.
 
Cuando la energía vital del individuo está polarizada hacia lo que es bueno, verdadero y duradero, nacen la confianza en sí mismo, la confianza en los demás y la confianza en la vida. Surge entonces el poder del entusiasmo. Una energía sincera y solidaria hace  que todo valga la pena. El  corazón humano se hace a la vez humilde e inmenso, y  la felicidad se vuelve incondicional.
 
NOTAS:
 
[1] “Ísis Sem Véu”, de Helena P. Blavatsky, obra en cuatro volúmenes, Ed. Pensamento, São Paulo, volumen I, p. 205.
 
[2] “Ísis Sem Véu”, de Helena P. Blavatsky, Ed. Pensamento, São Paulo, volumen I, p. 81.
 
[3] “The Friendly Philosopher”, Robert Crosbie, Theosophy Co., Los Angeles, 1945, 416 pp., p. 147.
 
[4] Vacío central de la Ley del Equilibrio”: el punto central de la balanza, el eje de simetría de la vida, “centro laya” en la filosofía oriental.
 
[5] “Grande Arcano”, de Eliphas Levi, Ed. Pensamento, São Paulo, 247 pp., ver p. 97.
 
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El título original del artículo El Poder del Magnetismo” es O Poder do Magnetismo”.  La traducción del portugués es de Juan Pedro Bercial.
 
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Acerca del papel del movimiento teosófico en el  despertar ético de la humanidad, lea el libro “The Fire and Light of Theosophical Literature”, de Carlos Cardoso Aveline.
 
 
Publicado en 2013 por The Aquarian Theosophist, el volumen tiene  255 páginas y puede ser obtenido en Amazon Books.
 
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