Un Cambio Individual y Planetario
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Cuando un dolor agudo rompe la rutina, ocurre una expansión de la consciencia en los niveles concretos de la vida.
 
En la atmósfera de la civilización actual hay una sensación de “fin de camino”: estamos ante una crisis de la percepción materialista del mundo. En todas partes, la rutina y el egoísmo son desenmascarados.
 
La aceleración de los desafíos provoca una especie de fiebre, y la Historia nos muestra que el Karma con frecuencia necesita llegar a un “punto de ebullición”, antes de transcender sus viejas estructuras de hábitos y elevarse, provocando una transmutación a mejor.
 
Los síntomas de la fiebre de la aceleración kármica son numerosos. El foco de acciones y reacciones recorre ahora un estrecho y empinado camino. Él avanza peligrosamente hacia un renacimiento de la ética cuyo precio pocos pueden predecir. El destino es una atmósfera más pura y un horizonte más amplio.
 
La teosofía enseña que hay una relación directa entre el estado de la mente humana, el estado de las instituciones, y el estado del planeta. Y el factor decisivo está en la calidad de la consciencia. El propósito evolutivo de las crisis externas es hacer que renazca la conexión interior con el mundo divino. Véase Génesis, capítulo 18, versículos 20 a 33. El “Wen-tzu” taoísta, el hinduismo y las escrituras de otras religiones apuntan a la misma dirección.
 
Las Premisas Comunes
 
Desde una nación hasta una familia, un grupo humano sano debe tener alguna forma de consenso en su base. Hay un conjunto de valores y principios aceptados por todos, una descripción del mundo compartida, una filosofía inspiradora o un propósito colectivo. Estos factores producen un sentido de comunión. Dan a las personas una base para el diálogo y la ayuda mutua. Sin embargo, los principios y visiones que mantienen al grupo unido deben permanecer abiertos a un examen y revisión honestos. Dos claves para expandir el sentido de unidad común (comunidad) son una mente abierta y la franqueza en relación a las cuestiones fundamentales.
 
El Destino Como Algo Que se Construye
 
El futuro humano no depende de la cotización del dólar. El futuro humano depende de algo que no hace ruido: la cantidad de respeto por la vida que cada ciudadano alimenta en su conciencia. El factor que golpea el martillo es el nivel de conciencia ética en la media de las personas alrededor del globo. El grado de altruismo de la vida humana define en todo momento la calidad del Karma colectivo.
 
Las líneas de la experiencia acumulada, el Karma, no son geográficamente uniformes. El pasado y el futuro de cada nación tienen su propio carácter. Poseen su sustancia específica. Por otro lado, las más diferentes tradiciones dialogan entre sí todo el tiempo, incluso por osmosis cultural, es decir, por la mera convivencia. Y una sola persona honesta puede hacer la diferencia. Cada ciudadano sincero causa un impacto sobre la civilización humana entera. Un pequeño grupo de ellos, actuando en sintonía, provoca un impacto mucho mayor.
 
En el Nuevo Testamento, Mateo, 7:7, dice:
 
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá la puerta.”
 
Pero primero hay que examinar lo que usted pedirá o buscará, y qué puerta, exactamente, llamará. Porque la meta debe ser noble, para que el resultado valga la pena. Un cierto número de individuos bien informados, esparcidos por el planeta y sin conocerse personalmente los unos a los otros, puede causar la regeneración. Victor Hugo escribió sobre la unidad del Océano de la vida:
 
“El indivisible no usa compartimentos. No hay tabiques entre una ola y otra. Las islas de la Mancha sienten el empuje del cabo de la Buena Esperanza. (…) En esa unidad se sacrifica lo innumerable. (…) La corriente polar roza en la corriente tropical.” [1]
 
No hay nada separado. Todas las culturas – la china, la japonesa, la andina, la judía y así sucesivamente – tienen lecciones a enseñar y aprender. Ninguna de ellas tiene el derecho de soñar con la destrucción de las otras. Y no sería aceptable, como excusa para justificar esta actitud histérica, usar la letra muerta de alguna escritura religiosa.
 
El diálogo implícito y explícito entre diferentes culturas e ideologías debe tener buena calidad. Es preciso desenmascarar las tendencias emocionales al fanatismo, al miedo, al desprecio y a la agresión (incluso sutil) de quien piensa diferente.
 
La auto-vigilancia es fundamental.
 
Si un país, una ciudad o asociación esotérica suprime el diálogo honesto, la hipocresía pronto comienza a ser usada como herramienta social y arma política.
 
Los líderes destituidos de una visión más grande de la vida son como insectos que duran un día. Buscar grandes fortunas materiales corresponde a una etapa primitiva del ser: hay cosas mejores que eso. Cuando se piensa en construir un futuro saludable, un axioma básico afirma:
 
Propaganda no es educación. El estar informado de los hechos no es lo mismo que tener conciencia.
 
Tener una opinión es diferente de tener conocimiento, y el sentido común no se compra en el supermercado.
 
La Fuerza de un Ciclo Nuevo
 
Hay un momento en la historia de una comunidad en la que ella comprende su dharma, percibe su deber y entra en sintonía con la esencia de la felicidad.
 
Entonces el sentimiento de un proyecto común – que es la evolución del alma a través del respeto por la vida – se vuelve visible en la existencia diaria como una experiencia compartida. Esta es la primavera de un nuevo ciclo, ya sea en un pequeño grupo, en una ciudad o a escala planetaria. La verdad del corazón involucra árboles, estrellas y pájaros. Fluye en silencio, y cada individuo puede despertar y ser una fuente de su renacimiento. La felicidad surge como consecuencia del altruismo: la sabiduría se transmite por el ejemplo.
 
NOTA:
 
[1] “Os Trabalhadores do Mar”, Victor Hugo, Ed. Nova Cultural Ltda., SP, 2003, 366 pp., ver p. 263.
 
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El artículo “La Aceleración del Renacimiento” fue publicado inicialmente en portugués en nuestros sitios web bajo el título de “A Aceleração do Renascimento”.  La traducción al español es de Juan Pedro Bercial.
 
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