Helena Blavatsky Evalúa los Errores y
los Aciertos del Movimiento Que Ella Creó
Carlos Cardoso Aveline
Jesús expulsando a los mercaderes del templo: la autovigilancia
ética es fundamental. (Vista parcial de un cuadro de Andrei Mironov).
No está entre los objetivos del movimiento teosófico la idea de presentarse como algo perfecto. Lejos de ello. La meta del esfuerzo incluye, de modo central, el deber de identificar serenamente sus propios errores, y de aprender de ellos.
La verdad es imparcial. El teósofo ve sus propios fracasos y los de los demás con la misma serenidad. Ante su más amarga derrota, celebra silenciosamente las lecciones que aprende y las medidas que puede tomar para evitar el fracaso en el futuro.
Este principio general se aplica a la actitud del movimiento teosófico auténtico en relación con el cristianismo.
En la fase inicial del trabajo público de Helena Blavatsky, había la expectativa de que el movimiento teosófico creado por ella fuera algo sustancialmente distinto del llamado “mundo cristiano” occidental; algo mejor, más ético, y que pudiera constituir una palanca para que la civilización occidental se levantara de nuevo. Pero los maestros eran conscientes de que las posibilidades de éxito eran pocas.
Según afirmamos en el artículo “A Bênção Indesejada”:
“En los primeros años del movimiento teosófico moderno, la tarea que confrontaba a los teósofos era descrita como un ‘esfuerzo desesperado’ (‘forlorn hope’). La expresión usada en inglés es de origen alemán y significa un emprendimiento que casi seguro que fracasará, una iniciativa peligrosa o sin posibilidades de victoria”. [1]
Citamos en el artículo estas palabras de un Mahatma:
“Lo que quise decir con ‘Empresa Desesperada’ era que, cuando se considera la magnitud de la tarea que deben llevar a cabo nuestros teósofos voluntarios y especialmente los numerosos medios puestos, o dispuestos, para enfrentarse con ellos, muy bien podemos compararlo a aquellos esfuerzos desesperados contra acciones arrolladoras a las que el verdadero soldado tiene a gala enfrentarse. Hizo usted bien al tener en cuenta ‘el gran propósito’ en los modestos principios de la S.T.”. [2]
Algunos años más tarde, Blavatsky comenzó a lidiar con el hecho de que había serios motivos para que el Maestro calificara al proyecto teosófico como un “esfuerzo desesperado”.
En diciembre de 1888, solo dos meses después de crear la Escuela Esotérica, Blavatsky hizo más público su proceso doloroso y franco de autocrítica y de aceptación realista de los hechos.
El movimiento que creó estaba fallando:
“Preparados para dar, en cualquier momento, nuestra vida por la TEOSOFÍA – aquella gran causa de la Fraternidad Universal por la cual vivimos y respiramos – y dispuestos a proteger, si fuera necesario, a todo verdadero teósofo con nuestro propio cuerpo, aun así denunciamos abierta y virulentamente la distorsión de las líneas originales sobre las que [el movimiento teosófico] fue construido principalmente, y el aflojamiento y debilitamiento graduales del sistema original, debido a las ideas falsas circuladas, bajo una apariencia de verdad, por sus principales directivos”. [3]
Después, ella abordó la cuestión específica de las críticas al cristianismo. A partir de aquel momento, era necesario una mirada igual de rigurosa al examinar el propio proyecto teosófico. De lo contrario habría una caída en la hipocresía.
Las disputas personales, los ataques deshonestos, la envidia, el rencor, el desprecio por la verdad, la deslealtad y la falta de respeto mutuo entre los teósofos eran comparables a lo que ocurría entre los cristianos. HPB continuó diciendo:
“Cargamos con el karma producido por nuestra falta de humildad durante los primeros días de la Sociedad Teosófica, pues nuestro aforismo favorito: ‘¡Mirad cómo se aman mutuamente estos cristianos!’ ha de ser ahora parafraseado cada día y casi cada hora del siguiente modo: ‘¡Mirad cómo se aman mutuamente nuestros teósofos!’.”
En otras palabras, era necesario rescatar una cierta humildad ante los errores del cristianismo.
HPB añadió:
“Y temblamos al pensar que, a menos que muchas de nuestras maneras y costumbres en el conjunto [del movimiento teosófico] sean corregidas o eliminadas, algún día [la revista] Lucifer [4] tendrá que mostrar muchas manchas en la vida del propio movimiento – por ejemplo, el culto al yo, la falta de caridad y el sacrificio del bienestar de los otros teósofos en favor de la vanidad personal de uno – más ‘ferozmente’ de lo que alguna vez hemos denunciado las varias falsedades y abusos de poder en las iglesias estatales y en la sociedad moderna. Sin embargo, hay teósofos que, olvidándose de la viga que tienen en su ojo, creen seriamente que es su deber denunciar la paja que perciben en el ojo de su vecino.”
Estas palabras tienen una importancia decisiva en el siglo XXI. Hay que aceptar el hecho de que, con algunas excepciones, el movimiento teosófico fracasó en el plano ético.
La valiente aceptación de los hechos por parte de la gran pensadora rusa fue profundizada más tarde, tal como mostramos en el artículo “La Autocrítica de Helena Blavatsky”. [5]
Si, por un lado, existen excepciones en la derrota del movimiento esotérico, habiendo hoy “islas de teosofía auténtica y vivencial”, hay también excepciones en el fracaso del cristianismo, y la cristiandad mística es elogiada, por ejemplo, en la llamada “Carta del Maha Chohan”, que define la posición del “Maestro de los Maestros” respecto al esfuerzo de los teósofos.
Tanto en el cristianismo como en el movimiento teosófico, los hechos positivos deben ser señalados junto con los errores. Todos los que tienen buena voluntad y que, además, son capaces de percibir su responsabilidad personal por el futuro planetario han de estimular un renacimiento ético en las diversas áreas de la actividad humana.
NOTAS:
[1] “A Bênção Indesejada”. Véase en el texto el párrafo que remite a la nota 10.
[2] “A Bênção Indesejada”. Véase el párrafo que remite a la nota 11.
[3] El artículo está disponible en los sitios web asociados: “Is Denunciation a Duty?”. Ver también “Collected Writings”, H. P. Blavatsky, TPH, Estados Unidos, volumen X, pp. 198-199.
[4] “Lucifer” es un nombre antiguo del planeta Venus. La palabra significa “portador de la Luz”, y Venus es “el lucero del alba”. El término ha sido distorsionado por sacerdotes desinformados, especialmente desde la Edad Media. Como homenaje a Venus – el planeta del amor y de la amistad –, “Lucifer” es también el nombre de la revista dirigida por HPB y publicada en Londres.
[5] “La Autocrítica de Helena Blavatsky”, texto publicado en la edición de junio de 2024 de “El Teósofo Acuariano”.
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El artículo “Autocrítica: los Teósofos y el Cristianismo” fue traducido del portugués por Alex Rambla Beltrán. Texto original: Autocrítica – os Teosofistas e o Cristianismo. La publicación en español ocurrió el 30 de diciembre de 2024.
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