La Humanidad Actual Camina
Hacia Una Etapa Sagrada de Su Futuro
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
En determinado pasaje de “Las Cartas de los Mahatmas”, un Maestro afirma que el trabajo de los Adeptos a lo largo de miles de años equivale a construir un “continente de pensamiento”.
 
Poco antes del final de la carta 9, el instructor escribe:
 
“Durante incontables generaciones, el adepto edificó un templo de rocas imperecederas, una Torre gigantesca de PENSAMIENTO INFINITO, donde moró el Titán y donde, si fuera necesario, todavía viviría solo, sin salir más que al final de cada ciclo, para invitar a los elegidos de la humanidad a cooperar con él, y para ayudar, a su vez, a iluminar al hombre supersticioso. Y nosotros proseguiremos con ese nuestro trabajo periódico; no permitiremos que se frustren nuestros intentos filantrópicos hasta el día en que los cimientos de un nuevo continente de pensamiento estén tan firmemente asentados que ninguna acumulación de malicia ignorante y de oposición, guiadas por los Hermanos de la Sombra, puedan prevalecer”. [1]
 
Hasta aquí la carta del maestro. El fragmento tiene una importancia extraordinaria. Al reflexionar sobre él, uno percibe lo siguiente.
 
Los grupos de personas que ejercitan un pensamiento universal constituyen, en cierto modo, “territorios” abstractos cuya sustancia está a nivel del yo superior o alma inmortal, y no muere. El verdadero movimiento teosófico forma parte de este continente, hasta cierto punto, así como otras agrupaciones humanas que buscan el bien y piensan de modo filosófico.
 
Las publicaciones, los sitios web y las asociaciones teosóficas que están en sintonía con el tiempo eterno y orientados a un futuro sano poseen – en los niveles internos de consciencia – la fuerza magnética de un pequeño territorio de pensamiento que forma parte de un continente mayor y sagrado. Aunque las ideas y la filosofía que lo componen son de dominio público, el territorio mayor es casi invisible.
 
Esta idea fundamental se relaciona con las enseñanzas de “La Doctrina Secreta” sobre la evolución de nuestro planeta.
 
Cada nueva etapa de la evolución humana de largo plazo surge con un continente geográfico nuevo, y el movimiento teosófico moderno, fundado en torno a 1875, es precursor de la sexta gran etapa de la evolución humana, en el planeta que denominamos Tierra.
 
Hay que preguntarse, en este punto, cuál será el “nuevo continente” de la sexta etapa de nuestra humanidad:
 
* ¿Será un continente físico, o será sobre todo un continente de pensamiento?
 
* ¿En qué etapa de construcción está él ahora?
 
* En otras palabras, ¿el lugar de esta futura humanidad estará hecho de materia densa? ¿Será solo espiritual?
 
* O ¿en algún momento la humanidad mantendrá cuerpos físicos mientras ya viva esencialmente en el territorio trascendente de la fraternidad cósmica?
 
La teosofía clásica afirma que la respuesta a esta última pregunta es afirmativa.
 
Estamos viviendo el lento despertar de una nueva mentalidad y de un nuevo tipo de ser humano, capaz de percibir la unidad de todos los seres.
 
La crisis ética de la actual civilización materialista es parte del renacimiento del proceso civilizatorio con base en el “continente” del pensamiento universal. Cada individuo sano es el centro activo del renacimiento. Sintiendo en su vida los efectos de la decadencia, él opta por lo que es bueno y verdadero.
 
La Luz del Aura: Una Construcción Permanente
 
Viendo la necesidad de plantar buen karma, en lugar de lamentarse de las dificultades, el peregrino evalúa la idea de construir en el lugar en el que vive un ambiente propicio a la expansión del contacto con su propio espíritu inmortal.
 
La creación de una casa que esté en sintonía con el futuro sano depende de establecer un ambiente luminoso en el aura de uno. Aunque las dos cosas sean inseparables, lo que acontece en primer lugar es la construcción del templo en el estado actual del alma de uno. El lugar en que uno vive tiene una función de apoyo, secundaria, pero fundamental.
 
Para construir un templo en el territorio elevado de la consciencia interna, hay que eliminar el exceso de ansiedad y expectativas. El peregrino bien informado desarrolla una práctica diaria de autovaciamiento, abriendo un espacio en el alma que posibilita su elevación hacia el mundo superior.
 
Toda construcción hecha con materia sutil exige la preservación del espacio en que tiene lugar el acto de construir.
 
En una civilización materialista, un templo sutil que participe de un continente de pensamiento universal es sobre todo una tendencia, una probabilidad, una estructura plástica, flexible, que permea la realidad densa. Tal espacio de fuerza espiritual anima internamente la realidad externa e inferior. Su intensidad es variable. Brilla con fuerza mayor o menor, conforme las circunstancias de la dinámica del karma. Su energía nunca es algo asegurado. Debe ser reforzada constantemente so pena de perderse.
 
La disciplina de la construcción permanente ocurre de muchas maneras simultáneas, entre las cuales vale la pena destacar aquí tres ejemplos:
 
Uno
 
A través de la adopción del contacto con el alma espiritual como meta básica de la existencia, sabiendo que esta decisión pasa a influenciar al conjunto de la vida desde el centro de nuestro ser.
 
Dos
 
A través de una vida diaria dedicada exclusivamente a metas compatibles con la búsqueda espiritual, sabiendo que la vida familiar, el trabajo profesional y el descanso físico adecuado son necesarios para la caminata mística y forman parte de ella.
 
Tres
 
A través de momentos diarios de recogimiento y autoelevación hacia el mundo divino, aun cuando se cumplen las tareas aparentemente “comunes” y humildes.
 
En este sentido, una idea útil es la que expresa una parte de la lección realista de Saturno:
 
“Hago todo lo que es correcto, dentro de mis límites. Y, dentro de mis límites, todo lo que hago es correcto”.
 
El peregrino sensato tiene metas elevadas de largo plazo, y realismo para calcular sus fuerzas y usarlas adecuadamente. Preserva la energía luminosa en el santuario sagrado de su propia aura, así como en su lugar de trabajo profesional y en el lugar en el que vive.
 
El estudiante de teosofía clásica se mantiene en sintonía con la “Torre gigantesca de Pensamiento Infinito”, que incontables generaciones de sabios han estado construyendo. Él es un pequeño eslabón de una cadena de luces que indica el camino. Es un auxiliar de albañil en la base de la escalera de Jacob. Es un aprendiz de obrero del “templo de rocas imperecederas”.
 
NOTA:
 
[1] Las Cartas de los Mahatmas, Editorial Teosófica, Barcelona, España, 1994, p. 74.
 
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El artículo “Construyendo un Continente de Pensamiento” es una traducción del portugués. La tarea ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “Construindo um Continente de Pensamento”. La publicación en español ocurrió el 10 de diciembre de 2021.
 
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