Algunas Ideas Prácticas Para Quien
Desea Tomar el Control de Su Propia Vida
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Tranquilamente sentado entre mis libros, pienso en el duro combate entre la sabiduría y la ignorancia que ocurre dentro de la mente humana. Es una lucha sin tregua, y la sabiduría nunca se detiene.
 
El conocimiento divino está tan vivo y es tan dinámico como el universo. Él se manifiesta todo el tiempo en hechos concretos que lo refuerzan y lo vuelven más firme. Si se quedase inmóvil, perdería terreno. La ignorancia espiritual hace lo mismo. La energía de la sombra imita a la luz y se disfraza y esconde. Finge que no existe más, para después resurgir de la nada, casi siempre disfrazada de justicia, amor y compasión.
 
En el campo de batalla de la mente humana, los buenos y los malos pensamientos luchan por el control de las acciones. No basta con que las ideas sean nobles. Aunque pueda parecer elevado, el pensamiento que no genera un acto correspondiente produce a menudo más confusión que ayuda. El pensamiento es la semilla de la acción. La semilla que no germina es peligrosa, porque su apariencia engaña y desinforma.
 
En la práctica, es inviable que exista alguna separación entre los sentimientos y los pensamientos. Amar y comprender son dos procesos diferentes, pero inseparables. Las emociones deben estar en paz para que haya claridad de pensamiento, y el pensamiento debe estar limpio para que haya tranquilidad emocional.
 
Veamos, por ejemplo, qué ocurre en la vida diaria de los buscadores de la verdad. Sabemos que la paz está dentro de nosotros, pero estamos acostumbrados a buscar la felicidad en el mundo externo. Decidimos dejar que nuestros sentimientos y pensamientos acelerados se extingan para que podamos contemplar la paz. No obstante, las olas de ansiedad hacen todo lo posible por desviar la atención y hundir el barco de la serenidad.
 
Cuando establecemos un pensamiento para contemplar y meditar a lo largo del día, la idea clave se mantiene como una cáscara de cacahuete oscilando en un mar agitado. Y sin embargo, si hay la fuerza de voluntad suficiente, esta cáscara tiene la capacidad de poner en calma el mar de emociones que hay a su alrededor.
 
Podemos dividir el campo total de la energía humana en tres sectores: el espacio supraconsciente, el consciente y el subconsciente, o, si lo preferimos, la dimensión divina, la humana y la animal. El gran campo de batalla sin tregua es el sector intermedio, el territorio del “yo” separado, el nivel humano, donde se encuentran la energía divina y las tendencias animales. En medio de esta batalla, el “yo” solo puede influir gradualmente sobre el proceso de la vida. Las tentativas de acelerar el curso del río o anticipar el amanecer serán, en parte, inútiles. Nos guste o no, el método es siempre el mismo. El aprendizaje tiene etapas, etapas que giran como un carrusel. El esfuerzo comienza con la observación de la vida, seguida de la definición de una meta, el intento de alcanzarla, y el fracaso. Después hay una nueva observación, una nueva meta, y así sucesivamente.
 
Las energías humanas, divinas y animales están registradas en el campo sutil que rodea  nuestro cuerpo físico. El corazón, el cerebro, cada órgano y célula del cuerpo viven un proceso ondulatorio de expansión y retracción electromagnéticas. La emoción, el pensamiento y la intuición son también ondas eléctricas, aunque de frecuencia vibratoria y sutileza diferentes. Las emociones, así como los pensamientos, se diferencian mucho entre sí. Algunas proporcionan a nuestro cuerpo patrones vibratorios armoniosos, los cuales nos dan salud y bienestar, y otras no.
 
El campo magnético alrededor de nuestro cuerpo físico es llamado “aura”, una palabra latina que significa “aires”. El “aire” sutil – el akasha o la luz astral – contiene el registro de quiénes somos. En él están los registros de nuestro pasado distante y próximo, y también las semillas del futuro a corto, medio y largo plazo, que desarrollaremos de alguna manera, usando nuestro libre albedrío.
 
Para conocer el estado de nuestra aura, podemos examinar honestamente si el foco de nuestra consciencia obedece más a nuestra naturaleza divina o a nuestro “yo” animal. ¿Estamos ya preparados y dispuestos a usar el poder del pensamiento, a ser autores de nuestras propias ideas y sentimientos? ¿O todavía preferimos ser arrastrados por las circunstancias externas?
 
Al llegar a casa después del trabajo, podemos emplear tiempo en calmar las emociones, elevar los pensamientos y hacer algo útil mientras descansamos.
 
O podemos renunciar al uso responsable del poder del pensamiento, ver y oír programas inútiles en la televisión o en la radio y dejar que nuestras mentes sean transformadas en contenedores de basura mental y emocional, recibiendo imágenes nocivas de películas violentas, propaganda inútil o pseudonoticias que muestran imágenes destructivas.
 
Aparentemente queremos ser dueños de nuestra vida. ¿Tenemos el poder y la fuerza necesarios para definir realmente el rumbo de nuestros propios sentimientos y pensamientos? Cuando queramos, tomaremos el poder. En el libro Tales of Power, Don Juan le explica a Carlos Castaneda que la comunicación de los secretos de la sabiduría iniciática nunca es verbal.[1] El secreto solo se transmite cuando el aprendiz es capaz de vivir la lección en cuerpo y alma.
 
Don Juan llama “poder personal” a la capacidad de aplicar las verdades universales a nuestra vida concreta. La persona que no posee “poder personal” puede leer, oír o incluso hablar de la sabiduría divina mientras continúa viviendo de la misma manera que antes, o con cambios solamente externos, porque no tiene la fuerza suficiente para cambiar su realidad específica.
 
Mientras no tomemos el control de nuestros propios pensamientos, nuestra actitud ante la realidad será producida automáticamente por reacciones instintivas – independientemente de que hablemos de temas intelectuales e incluso teosóficos -, y seremos arrastrados por el torbellino superficial del océano de la vida. En el fondo, sin embargo, cada uno es siempre fundamentalmente autónomo. Aunque uno pueda postergar el momento en que asumirá el pleno dominio de su vida, es imposible que se libere totalmente de su libre albedrío o de la responsabilidad por lo que piensa, siente y hace. Incluso la inacción es una decisión tomada libremente, y el que la toma tendrá que afrontar en algún momento las consecuencias de dicha decisión. Un maestro de raja yoga escribió en el siglo XIX:
 
“… Cada pensamiento del hombre, al ser producido, pasa al mundo interior y se convierte en una entidad activa al asociarse – fusionarse, podríamos decir – con un elemental, esto es, con una de las fuerzas semi-inteligentes de los reinos. Sobrevive como una inteligencia activa, una criatura de la mente, por un periodo más largo o más corto proporcional a la intensidad original de la acción cerebral que lo generó. Por lo tanto, un buen pensamiento se perpetúa  como un poder activo benéfico; un mal pensamiento, como un demonio maléfico. Y así el hombre está continuamente poblando la corriente en el espacio con un mundo propio, lleno de los resultados de sus fantasías, deseos, impulsos y pasiones, una corriente que reacciona sobre cualquier organización sensible y/o nerviosa que se pone en contacto con ella en proporción a su intensidad dinámica. Los budistas llaman a esto ‘Skandha’; los hindúes le dan el nombre de ‘Karma’. El Adepto [un sabio] produce estas formas conscientemente; los otros hombres las arrojan inconscientemente”. [2]
 
En sus escritos esotéricos, dirigidos inicialmente a unos pocos estudiantes elegidos, Helena Blavatsky enseñó sobre el aura externa y mayor de un ser humano, el huevo áurico. Alrededor de nuestro cuerpo físico hay energías magnéticas de frecuencias vitales (prana), emocionales (deseos, apegos y rechazos) y mentales (pensamientos y opiniones personales).
 
Por fuera de este conjunto de karmas de corto plazo se encuentra la envoltura áurica o huevo áurico, el akasha puro y primordial en el que están registrados el pasado y el potencial que el individuo desarrollará en el futuro. El huevo áurico es para el ser humano individual lo que el espacio absoluto (Parabrahman) es para el universo. Cuando nacemos, él nos contiene y nos inspira. Cuando morimos, nos acoge. En todo momento, él observa nuestro crecimiento en dirección a la luz y dialoga misteriosamente con nuestro Atma, el yo eterno, la chispa suprema.
 
Vivimos en gran medida prisioneros de los hábitos, apegos y otras limitaciones emocionales y mentales que nosotros mismos creamos, directa o indirectamente. No somos plenamente conscientes de esto, porque uno de los hábitos más limitadores es el de no reconocer que nosotros mismos hemos creado el mundo mental y emocional en el que vivimos.
 
¿Qué es, al fin y al cabo, lo que nos lleva a postergar el momento en que tomaremos voluntariamente las riendas de nuestra vida?
 
La ciencia esotérica enseña a plantar un futuro luminoso a través de pensamientos, sentimientos y actos correctos. Vivir de manera sabia es una cuestión científica que cada uno debe resolver en el laboratorio experimental de la existencia cotidiana.
 
Las grandes verdades universales, filosóficas y religiosas, provocan reacciones químicas purificadoras. La costumbre de navegar en el silencio interior nos hace despertar al poder ilimitado de comprender y amar el universo. Al mismo tiempo, nos preparamos para renunciar lenta e irreversiblemente a lo que no es divino. Veamos un ejercicio práctico al respecto.
 
Abriendo Espacio Para la Sabiduría
 
Los pensamientos, las emociones y la información son como los muebles de una sala. Si hay demasiados muebles, no hay libertad para moverse. Un exceso de ideas en la mente no permite pensar con claridad.
 
La mente vacía, al igual que una sala sin muebles, tiene un potencial ilimitado. Para despertar el poder del pensamiento interesa retirar de nuestro espacio mental los viejos armarios llenos de recuerdos inútiles, las alfombras mohosas de las emociones inferiores, la basura acumulada de las frustraciones y los sillones desgarrados de las expectativas personales. Hay que abrir la ventana para que entre aire puro.
 
Estos son siete puntos básicos:
 
1) Todos tenemos asuntos que nos preocupan, pero debemos simplificar al máximo esa “agenda de preocupaciones”. Es necesario hacer lo mejor que podemos y dejar que la vida se desarrolle libremente. Cualquier tentativa de ser omnipotente genera sufrimiento.
 
2) Prepárate para lo peor. No finjas que tú o tus seres queridos sois inmortales o jamás envejeceréis, o que otras cosas desagradables nunca ocurrirán. Estate preparado. Sé realista. Eso elimina los miedos subconscientes, despierta el coraje frente a la vida y libera el poder del pensamiento.
 
3) Libre de miedos, piensa en lo mejor. Visualiza el bien. Construye lo que desees y mantén el pensamiento positivo. La imaginación es la acción de crear imágenes. Ella construye tu vida física, emocional y mental.
 
4) Examina tus relaciones personales. ¿Valen la pena? Decide mejorar las relaciones valiosas. Aléjate de las personas cuya influencia sea dañina, o disminuye respetuosamente las relaciones con ellas. Escucha a tu propio corazón y busca personas que hagan lo mismo. Jamás desees la infelicidad de otra persona, pues tú mismo serías el principal perjudicado. Irradia, sin expectativas personales, tu energía positiva a las personas con las que convives.
 
5) Abre más espacio en tu agenda para estar en silencio, meditar, relajarse y leer lentamente buenos textos sobre el arte de vivir. La lectura sosegada despierta el poder del pensamiento.
 
6) No dejes que tu mente esté ociosa. Selecciona pensamientos elevados de los buenos libros que lees – o crea los tuyos propios – y medita en ellos en los momentos de espera, en el trabajo, en los atascos de tráfico y siempre que tu mente corra el riesgo de estar ociosa o dispersa.
 
7) Practica la autoobservación. Aprende de tus errores, y así tu margen de éxito, tu claridad mental y tu fuerza interior aumentarán radicalmente.
 
NOTAS:
 
[1] “Tales of Power” (“Relatos de Poder”), de Carlos Castaneda. En portugués, “Porta Para o Infinito”, Carlos Castaneda, Editorial Record, Rio de Janeiro, Brasil, 258 pp. Véase el capítulo uno.
 
[2] “Cartas dos Mahatmas Para A.P. Sinnett”, Ed. Teosófica, Brasília, 2001, edición en dos volúmenes. Véase el volumen II, Anexo I, p. 343.
 
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El artículo “El Poder del Pensamiento” es una traducción del portugués y ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Título original y link: “O Poder do Pensamento”. La publicación en español ocurrió el 20 de marzo de 2020.
 
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