Los Conflictos Psíquicos Son Superados a
Través de la Autopurificación y el Amor a la Vida
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
“En un grupo de personas que tienen una
meta noble en común, la crítica es una forma
de exigir lo mejor del otro, y no una manera de
rebajar a alguien para engrandecerse a uno mismo”.
 
 
 
La moderna civilización occidental es heredera de la Atlántida en lo que tiene de mejor y de peor.
 
El vudú, que incluye formas de magia antievolutiva probablemente heredadas de la Atlántida, posee una técnica de ataque psíquico en que un muñeco u objeto físico pequeño representa a la víctima del rencor, y es atacado con alfileres.
 
Instrumento de la ignorancia, el muñeco de vudú sirve de puente astral para herir ocultamente a alguna persona.
 
El ignorante y el infeliz que sienten odio descargan sobre el muñeco una cantidad de rencor o envidia que se transferirá, a través de la luz astral, a la víctima del ataque. Al hacer esto, el agresor ataca a su espejo, preparando, sobre todo, su propia destrucción y su sufrimiento.
 
Todo lo que hacemos a los demás vuelve a nosotros: esta es la ley inevitable. Las naciones en que la práctica de la hechicería es común viven en el dolor y la miseria, y los pueblos en que predomina el pensamiento positivo son los más desarrollados. La ley del equilibrio hace que las civilizaciones y los individuos se eleven por medio de la práctica de la solidaridad y del respeto, y que se hundan, como la Atlántida, a causa de la falta de ética.
 
En los aspectos en que hay decadencia en la civilización actual, el problema se debe al mal uso de la fuerza del pensamiento. El paso evolutivo de la humanidad en el siglo XXI consiste en percibir que es poco inteligente pensar mal unos de otros, y que es inteligente, y eficaz, pensar bien.
 
En gran número de casos, las relaciones entre las personas están definidas por clichés e imágenes fijas. Se considera que alguien está siempre en lo correcto, o que se equivoca siempre. Este automatismo debe ser abandonado.
 
En la vida comercial, la propaganda fabrica la imagen de un producto que, sea útil o inútil, pasa a ser visto como bueno y necesario. De los líderes políticos se fabrican imágenes como si fueran marcas de detergente o refrescos. Y no siempre la imagen creada es positiva. En la familia, así como en la vida política, la representación de alguien es usada frecuentemente como un muñeco de vudú: se ataca a la imagen para agredir a la persona. A la representación del otro se le clavan los alfileres de la envidia, del rencor, de  la maledicencia y del mal pensamiento, para que la persona se sienta mal.
 
En la vida política de muchos países, la lucha por destruir la imagen personal de los adversarios o por construir artificialmente su imagen idealizada consume, desde hace siglos, parte de la energía.
 
En la estructura familiar y en varios otros tipos de grupo social, se usa la imagen de los adversarios como un muñeco abstracto de hechicería agresiva. Así es como surgen las “ovejas negras” de algunas familias o los “fracasados” de ciertas empresas. Hay padres y madres que transfieren psicológicamente su éxito a un hijo suyo, y proyectan su propio fracaso sobre otro hijo, también suyo.
 
La familia y otros grupos humanos son salas de espejos. Cada miembro del grupo al que alguien pertenece lo ve de un modo específico y distorsiona en cierta manera su ser, debido a que él es visto de modo imperfecto.
 
Unos exageran sus cualidades. Ven virtudes que él no tiene. Otros solo ven sus defectos, y tal vez se inventen imperfecciones. Lanzan sobre él, de manera transformada, los miedos y otros sentimientos negativos que los persiguen.
 
Del mismo modo, en la vida colectiva se crean héroes nacionales y enemigos públicos cuya sustancia brota del uso de la imaginación. Cada iglesia cristiana fabrica a su propio dios, asegurando que es el único, y sugiriendo quizás que él protege especialmente a quien paga el diezmo.
 
En el teatro y en el drama de la vida familiar, hay episodios a menudo trágicos, o cómicos. Se produce en ella un reparto de papeles. Todo grupo humano tiene diferentes personajes. En el grupo saludable, los papeles desempeñados son dinámicos, reflejando los diferentes aspectos de cada ser humano y las varias fases por las que todos pasan. La bondad y otros sentimientos constructivos deben predominar.
 
Cuando el grupo no tiene como base la verdad, la justicia, el respeto y la sinceridad, el malestar se acumula y el teatro adquiere un clima negativo. La frustración personal lleva a envidiar a los demás.
 
Una vez que se lanzan sobre alguien los dardos repetidos del sentimiento destructivo, comienza lo que se puede llamar ataque invisible. El proceso es especialmente venenoso cuando se disfraza de falsa amabilidad.
 
En todos los casos, al pensar en la víctima, el atacante pasa a ver en ella la sustancia que subconscientemente desea lanzar fuera de sí. Y pasa a ver con gran convicción la imagen destructiva que está fabricando del otro, como si fuese algo verdadero. Prefiere ignorar el hecho de que apenas está proyectando o exteriorizando su propio sentimiento de insatisfacción interior.
 
La víctima tendrá dificultad para evitar el dardo o alfiler astral, porque este viene sin previo aviso y, normalmente, no está sujeto a un examen racional.
 
La imagen lanzada sobre el blanco del ataque no está abierta al debate honesto. Su origen, a menudo, no está declarado. Su contenido se disfraza con apariencias legítimas. El ataque oculto estimula, en el grupo humano en que él ocurre, la tentación de transformar a la persona-blanco en un chivo expiatorio automáticamente responsable de toda situación negativa.
 
Reaccionando a un Ataque Emocional
 
¿Qué debe hacer la persona atacada?
 
Algunos tenderán a quedarse paralizados. Esto abre las puertas a más ataques. Para otros, una respuesta automática será responder con la misma moneda, lo que implicaría renunciar a la ética y caer en el mismo nivel de ignorancia que los agresores.
 
Hay que recordar el dicho popular según el cual “la mentira tiene las piernas cortas”. Es recomendable perseverar en la acción correcta hasta que el karma de la situación madure y cada uno pueda cosechar lo que sembró.
 
Los conflictos forman parte del mundo humano, pero ellos pueden ser leales. En un grupo de personas que tienen una meta noble en común, la crítica es una forma de exigir lo mejor del otro, y no una manera de rebajar a alguien para engrandecerse a uno mismo. Así se prepara un futuro sano.
 
A corto plazo, la respuesta basada en la represalia puede ser eficaz, porque impide la continuación impune del proceso de ataque. A medio y largo plazo, un sistema permanente de represalias es desastroso porque crea un sistema estable de producción de rencor.
 
Todo teósofo debe vigilarse a sí mismo para evitar transformarse en un atacante que comete injusticias sin querer. Hay una euforia de la mente que debe ser evitada. El yo inferior es capaz de decidir cómo ve la realidad y cómo ve a los otros seres. Por eso puede sentirse poderoso y pensar, tal vez subconscientemente, que es el “creador de la realidad”. Surge en este caso una arrogancia peligrosa. El antídoto para este veneno está en recordar que la manera como vemos la realidad es siempre imperfecta. Para ser pioneros de la civilización del futuro, debemos mejorar a cada instante nuestra visión de la vida.
 
El estudiante de filosofía esotérica tiene que evitar a toda costa la producción sistemática de rencor. Es cierto que el pensamiento positivo artificial, destituido de espíritu crítico, debe ser evitado. Él lleva a la hipocresía de los sepulcros blanqueados, denunciada por el Jesús del Nuevo Testamento en Mateo, 23. Sin embargo, el otro extremo, el del pensamiento siempre negativo, es todavía peor.
 
En gran parte de los casos, el atacante psíquico es un cobarde. Él teme observarse a sí mismo. Con su conducta agresiva, disfraza su miedo ante la vida o sus sentimientos autodestructivos. La agresión es una huida temerosa de su infierno personal.
 
¿Qué debe hacer entonces quien es atacado en el plano de las emociones?
 
Lo acertado es que uno se mantenga en contacto con su propia alma espiritual y niegue las proyecciones negativas. Si las mentiras parecen verdaderas a ojos ajenos, será necesario soportar la situación mientras se actúa correctamente. El karma deshará la injusticia en el momento adecuado.
 
En todos los casos, el primer paso para el estudiante de teosofía atacado es esquivar internamente la proyección. Su mayor triunfo está en evitar las sugestiones, la carga hipnótica y las inducciones contenidas en el ataque, permaneciendo imantado e iluminado por su propia inspiración superior. La lealtad hacia la voz de la conciencia ética debe ser reforzada. La mirada de uno no puede desviarse de aquello que es bueno y correcto.
 
En seguida, el teósofo debe neutralizar, hasta donde sea posible, el ataque en su naturaleza o dimensión externa, grupal, política o institucional. Si esta meta no es realista a corto plazo, hay que ignorar el ataque de modo deliberado y firme.
 
En tercer lugar, el estudiante de teosofía debe profetizar el bien, a sí mismo y a los demás.
 
Esta práctica usa la fuerza de los mantras de manera responsable y tiene como base un conocimiento sobrio de la Ley de la Vida, que es la ley de la justicia. La profecía positiva debe hacerse de modo impersonal, visualizando y expresando la visión de un futuro sano que incluya al atacante, dado que algún día él aprenderá la lección ética.
 
La victoria de la verdad es inevitable, y ella no producirá derrotados en el plano personal, aunque venza al egoísmo. El guerrero del bien debe indicar al atacante, serenamente y sin ninguna expectativa a corto o medio plazo, la salida que lleva al equilibrio.
 
Los Sistemas de Apoyo Mutuo
 
Vemos la vida a nuestro alrededor desde el punto de vista del paisaje de nuestra propia alma.
 
Cuando estamos en contacto ampliado con nuestro yo superior o alma espiritual, vemos la miseria de la condición humana que nos rodea. Pero también vemos – y con aún más fuerza – el potencial sagrado de la vida.
 
En un sistema de magia blanca, las personas proyectan mutuamente una luz solidaria, y esta luz viene del corazón. Así se crea una atmósfera pionera que anticipa las civilizaciones fraternales del futuro. En este caso, la visión de las limitaciones humanas es siempre inevitable, pero las autocríticas son sinceras. Los relatos sobre errores están bien documentados, son impersonales y su intención clara es que los problemas sean superados y las fuentes de ilusión y sufrimiento, eliminadas.
 
Conociendo el juego humano de ataques y contraataques emocionales, un grupo de personas bienintencionadas puede crear un sistema de apoyo mutuo en que cada impulso de proyección psicológica es siempre un dardo que alimenta; un dardo que hace crecer; una imagen que busca el bien del otro, aun cuando aborda sus defectos.
 
Uno de los factores que posibilitan esto es el lenguaje franco. Otro es la fuerza de la buena voluntad mutua. Un tercer punto esencial es la existencia de un marco de referencia común, una filosofía universal y ética que es compartida con sinceridad. En cuarto lugar, la decisión individual de purificar nuestra vida y dedicarla en todos los aspectos al bien universal.
 
No es posible proyectar el bien sobre mí mismo sin proyectarlo sobre los demás. Toda actividad mental es una proyección. Es un dardo de luz que debería ser benigno. Es un rayo que, al iluminar, también fabrica aquello que muestra. Toda proyección mental es multidireccional y va tanto hacia fuera como hacia dentro. Lo que lanzamos sobre los demás se dirige siempre, en primer lugar, hacia nosotros mismos.
 
La Filosofía de la Fraternidad
 
En teosofía, se trabaja con la fraternidad: todos son maestros y discípulos. Nadie es tan sabio como para no tener nada que aprender. Nadie es tan ignorante como para no tener algo importante que enseñar. Debido a la presencia de la buena voluntad, cada uno proyecta luz sobre todos los otros, y es más agradable ver las cualidades positivas que los defectos ajenos. El crecimiento de cada uno acelera el crecimiento de los demás. El error de uno dificulta el progreso de sus colegas. Cuando uno es dichoso, todos son dichosos. Por eso los maestros de los Himalayas exigen de los aspirantes al discipulado una ayuda mutua absolutamente sincera. [1]
 
La vida de un grupo es, entre otras cosas, un sistema de hábitos. Hay que crear costumbres y procedimientos que refuercen la sabiduría e impidan las formas más agresivas de egoísmo. El estudiante de teosofía debe observar los movimientos de la ignorancia principalmente en sí mismo y secundariamente en los demás. Él debe tener claro el motivo por el que vive: si la meta es sinceramente la sabiduría, la ignorancia irá muriendo poco a poco, y no sin crisis. La caminata hacia la victoria estará protegida por la fuerza del ideal de perfección. [2]
 
Es necesario tener autoestima para proyectar luz blanca sobre la realidad. Perdonar es una forma de desapego y de libertad.
 
Todo ataque emocional debe ser observado, descifrado y comprendido. La respuesta puede ser fuerte cuando se lleva a cabo en el momento oportuno, pero debe producir el bien. La energía del ataque ha de ser desviada; ella producirá efectos, pero sus efectos pueden ser purificadores.
 
Las diferencias y los conflictos no deben ser reprimidos. Lo correcto es situarlos dentro del contexto mayor y más positivo en el que se aprende conscientemente el arte de vivir.
 
La Anatomía del Fracaso
 
La envidia es un síntoma de una obstrucción de Antahkarana, el puente entre el yo inferior y el alma espiritual. Los sentimientos negativos en relación con los demás reflejan situaciones de baja autoestima.
 
El teósofo debe lidiar de modo sereno con personas espiritualmente enfermas. Además de neutralizar los posibles ataques por parte de ellas, es necesario inducirlas a encontrar la paz interior y darles elementos para que alcancen el camino de la ética.
 
Veamos como ejemplo una situación hipotética.
 
El ciudadano A, honesto, proyecta luz sobre el ciudadano B, deshonesto. B se ofende por la proyección de luz sobre sí, porque esa proyección le hace recordar su fracaso ético ante su propia conciencia. Ve que no está a la altura de la proyección positiva. La frustración de B es tanta que se llena de odio y quiere quebrantar la ética y la paz de A, tal como su propia ética y su paz han sido quebrantadas, y de este modo “confirmar” la tesis de que su ética se ha quebrantado porque “es inevitable mentir y ser deshonesto”. Para B, ver a alguien honesto es doloroso. Por eso ataca: pretende justificar su fracaso personal. Sin embargo, hay otra posibilidad.
 
Desde el punto de vista consciente, cuando ve al ciudadano A proyectar luz sobre sí, el ciudadano B también puede llegar a la conclusión de que A es un idiota. A sería despreciable por su ingenuidad y estupidez. Él piensa subconscientemente: “Solo un idiota vería bondad en mí”.
 
Pero A ve a B a la luz de su propio contenido interno de bondad, y no porque sea idiota, así como B ve a A a la luz de su propio contenido interno de frustración y resentimiento.
 
La Clave de la Victoria
 
A tendrá que transformarse en un guerrero para alcanzar el discernimiento. Cuando se canse de vivir en un callejón sin salida del mundo emocional, B tendrá que sumergirse en su frustración hasta comprenderla, para entonces alcanzar el camino de la ética y de la sabiduría.
 
A debe buscar la compañía de amigos sabios, emocionalmente sanos. Debe estimular la autoestima y el autorrespeto como bases de una firmeza amable ante los demás, sean envidiosos o no. Debe buscar establecer situaciones en las que todos ganan, y en las que rige la regla “yo estoy bien, tú estás bien”. De este modo, el aprendizaje espiritual acelerado se vuelve posible para él, y la búsqueda de la sabiduría pasa a expandir su grado de eficiencia.
 
NOTAS:
 
[1] Véase al respecto el artículo Um Por Todos e Todos Por Um” (en portugués), de Carlos Cardoso Aveline.
 
[2] Léase el texto Comentários à Escada de Ouro” (en portugués), de Carlos Cardoso Aveline.
 
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El artículo “La Magia de la Ayuda Mutua” es una traducción del portugués. La tarea ha sido hecha por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “A Magia da Ajuda Mútua”. La publicación en español ocurrió el 20 de junio de 2021.
 
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