El Camino Teosófico Trae Pruebas y Peligros,
Pero Ofrece Defensas Eficaces al Aprendiz
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
Según la tradición zen, la mente lúcida
es una espada al servicio del alma inmortal
 
 
 
Vivir es peligroso, y aprender a vivir, también. El peregrino que empieza a caminar hacia una meta noble descubre pronto que hacer progreso significa identificar y vencer diversos tipos de trampas. El camino de la sabiduría es empinado. Algunas protecciones son necesarias. Hay falsas defensas, sin embargo. Ellas son numerosas y pondrán a prueba tu discernimiento. El caminante tendrá que ser un guerrero de visión implacable. 
 
Cuatro de los “escudos” disponibles merecen ser examinados aquí. El orden de ellos puede cambiar de acuerdo con el temperamento y las circunstancias.
 
1) El Examen Constante de la Intención
 
La primera protección verdadera es la nobleza de intenciones. Es el altruismo del proyecto personal, algo que exige una vigilancia permanente. El que busca subconscientemente beneficiarse a sí mismo inventa maneras siempre nuevas de autoengañarse.
 
Tratar de obtener conocimiento espiritual y filosófico para sí sería como desear ser el dueño de una sabiduría que – precisamente porque es universal – no puede ser propiedad personal de nadie. Sería inviable el proyecto de comprar o vender la luz de las estrellas. La influencia de la luna y el sol no está en venta: la sabiduría teosófica pertenece a todos los seres.
 
El que busca beneficiar a la humanidad y ser útil a los seres humanos debe renunciar a la astucia. De este modo, en vez de autoengañarse, uno se des-engaña, se des-envuelve y des-aprende las maneras de la ignorancia, para aprender los procedimientos de la sabiduría. Buscando beneficiar a los demás, uno acaba beneficiando a todos, incluso a sí mismo.
 
Por tanto, la primera protección está en tener una intención clara. En teosofía, la pureza implica una sustancia noble y elevada libre de contradicciones. Uno debe ser realista y saber que su pureza de motivación nunca es absoluta, porque la intención tiene tantos niveles de consciencia como uno mismo. Los niveles inferiores de intención son personales. Existen bajo la influencia de la ignorancia individual y colectiva. El grado de pureza comienza siendo relativamente bajo y pequeño, y se expande a medida que la ignorancia es destruida por el fuego de la buena voluntad y del discernimiento.
 
Al mismo tiempo, la llama del corazón debe ser moderada por el calmo sentido común. El sentimiento amargo de derrota tendrá que ser conocido porque ayuda a evitar los errores más graves y a preparar la victoria.
 
2) La Práctica Diaria de la Enseñanza
 
El segundo escudo del peregrino es el buen karma acumulado del trabajo altruista.
 
Las intenciones no bastan. Es trabajando como se aprende. La fuerza y nobleza de las intenciones solo pueden ser puestas a prueba y ampliadas cuando hay una práctica diaria que las expresa. El hincha de un equipo de fútbol puede quedarse en el sillón viendo el juego mientras come palomitas. El que desea comprender la filosofía debe poner en el terreno de las acciones lo que piensa que ya ha aprendido. La expresión práctica de las lecciones aprendidas puede ser parcial, pero debe ser creciente. Es ella la que limpia las lentes de las gafas con que vemos la realidad.
 
La experiencia dice que la mera curiosidad intelectual tiene escaso valor en el camino del autoconocimiento. Lo que vale es el enfoque de la experiencia directa. Es la práctica del trabajo altruista.
 
Esta protección actúa como un espejo del alma. Al observar el desarrollo de sus esfuerzos por ayudar a otros, uno puede evaluar con eficacia la sustancia real de sus intenciones. Los niveles internos de la motivación de uno se muestran a través de pequeños acontecimientos. Examinando imparcialmente aquello que lo hace feliz o infeliz en el plano emocional, uno perfecciona el foco central de su consciencia.
 
3) La Búsqueda Incondicional de la Sabiduría
 
Una tercera defensa es dada por la aspiración a aquel tipo de conocimiento de la vida que es silencioso, trascendente, invisible e impersonal.
 
Nuestra lealtad a la ética y a la verdad de los hechos está constantemente sujeta a pruebas de todo tipo y nunca debe ser considerada como “algo por encima de toda sospecha”.
 
Hay que ser independiente de las formas e imágenes externas: el peligro surge del apego a ellas. La sabiduría es invisible y la dinámica de las apariencias es un bumerán implacable. Cuando la autovigilancia y la autoobservación son mitigadas, la autoilusión se propaga. Un calmo rigor es necesario, y a cada paso adelante se vuelve más decisivo. El tercer escudo es el amor a la verdad en sí, agradable o desagradable, independientemente de la forma bajo la cual se presenta.
 
Según la tradición zen, la mente es la espada del alma inmortal. Ella sirve para cortar las ilusiones del apego o rechazo a la forma externa, y para defender la verdad impersonalmente y sin violencia.
 
4) La Lentitud Que Produce Estabilidad
 
La cuarta protección del guerrero de la verdad es una ausencia de prisa en la caminata.
 
No por casualidad la tortuga, imagen de la serena perseverancia y del tiempo de corto plazo, es un símbolo usado por las publicaciones de la Logia Independiente de Teósofos.
 
Es válido permanecer algunos años leyendo y acompañando en paz el trabajo teosófico auténtico. Esta es la etapa de los “oyentes” en la tradición pitagórica: los “akoustikós”. El momento de pasar de la etapa de oyentes y lectores a la etapa de los “operarios” que se responsabilizan por el futuro humano no puede ser acelerado de modo superficial. Debe nacer naturalmente, como fruto de una decisión del alma. Todo tiene su momento oportuno: las acciones ansiosas acaban por causar atrasos y pérdida de tiempo.
 
El guerrero sensato opta, en el momento adecuado, por transformar de dentro hacia fuera toda su vida. Él deja de lado la ilusión de la comodidad. Uno de sus triunfos es saber que despacio se llega lejos. Avanzar poco a poco facilita la perseverancia y nos da tiempo para corregir nuestros errores antes que se vuelvan profundos. Aprender es más fácil cuando hacemos pausas para reflexionar y evaluar los pasos dados.
 
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El artículo “Las Cuatro Protecciones del Guerrero” es una traducción del portugués. El trabajo ha sido hecho por Alex Rambla Beltrán, con apoyo de nuestro equipo editorial, del cual forma parte el autor. Texto original: “As Quatro Proteções do Guerreiro”. La publicación en español ocurrió el 01 de setiembre de 2021.
 
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La imagen que ilustra este artículo es un escudo y espadas de los guerreros Rajput en la India, los cuales hacen promesas solemnes en nombre de sus escudos. (Véase “Annals & Antiquities of Rajasthan”, de James Tod, editado por E. Jaiwant Paul, Roli Books, Nueva Delhi, 2008.)
 
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