Simplificar las Necesidades es el Medio
Más Seguro de Conquistar el Contentamiento
 
 
Paul Carton
 
 
 
 
 
La ciencia materialista (…) ha empleado sus descubrimientos en la construcción de gigantes de acero y máquinas monstruosas, que bajo el falaz pretexto de facilitar la existencia del hombre y defenderla, se han mostrado los más despiadados destructores de su salud, de su tranquilidad, de su felicidad y de su existencia.
 
Por toda la tierra las máquinas de fábrica reclaman brazos para dirigirlas, hacen desertar los campos, abandonar la vida natural. Por toda la tierra las locomotoras, barcos de vapor y aviones transportan una multitud de mercancías inútiles e incluso perjudiciales que obligan a un comercio desenfrenado, al saqueo de las riquezas terrestres, a la destrucción acelerada de los bosques y de las bestias. Se hace dinero de todo, como si el dinero crease la felicidad. Por toda la tierra se fabrican cañones colosales, acorazados, submarinos, gases asfixiantes que amenazan con destrucciones masivas, combatientes o no combatientes.
 
El automóvil, esta otra plaga moderna, incorpora aún más estrechamente al hombre a los rodajes mecánicos de la máquina. Materializa desarrollando excesivamente el automatismo de los reflejos, en detrimento de la concentración espiritual. Falsea los mecanismos cerebrales imponiendo la ejecución de actos positivos con ayuda de gestos negativos. Enseña el desprecio de la vida humana, el abandono de la vida del hogar, el gusto de los gastos, la rabia de la inestabilidad física y de la trepidación física. Hace inhabitables las ciudades por el hacinamiento, la velocidad y la hediondez de los innumerables vehículos. Fracasa la paz de los campos sembrando en ellos sus ruidos discordantes y sus trayectorias peligrosas.
 
La telegrafía sin hilos impone por todas partes la algazara odiosa y la tiranía diabólica de sus altavoces. Deforma la belleza de las raras músicas de valor. Extiende sobre todo la peste de las músicas lascivas y las canciones lúbricas. Sumerge algunas raras verdades bajo el oleaje dominante de las falsas ideas.
 
El hombre, creador de estas maravillas, cree haberse liberado y haber dominado las fuerzas de la naturaleza a su orgullosa voluntad. ¡Lamentable ilusión! Solamente se ha creado implacables tiranos. En efecto, toda esta industria mecánica ha vulgarizado el lujo, impuesto a los pueblos trabajos insanos, intensificando los vicios de los enriquecidos y sobre todo multiplicado de una manera inimaginable las necesidades, los deseos y las ambiciones de la humanidad. Entonces, ¿qué han enseñado la sabiduría de todos los tiempos y las religiones de todos los pueblos civilizados? Que la limitación de los deseos, la simplificación de las necesidades, la moderación de las ambiciones, el espaciamiento de los placeres, la represión de las pasiones, la meditación y la calma, eran, verdaderamente, los medios más seguros de conquistar la alegría, de progresar efectivamente y de gozar de buena salud. Pero ¿qué se oye ahora por todos lados? Superproducid, para que el comercio se acelere. Superconsumid, para que su movimiento no se haga más lento. Imponeos un trabajo desesperante a fin de obtener una sobrepaga que se podrá sobreimponer. Cread los productos de lujo que se podrán sobretasar. Superalimentaos para sobrecargaros de sangre. Supercalentad organismos y máquinas a fin de que la sobreexcitación y el suplicio reinen sin tregua en el imperio del Fuego de Infierno en que se ha convertido la vida moderna.
 
La Falsa Riqueza
 
¿Cuál es el ídolo que se entroniza en este imperio? El dinero, o mejor, la caricatura del dinero que constituye la moneda de papel, este remedo de la riqueza.
 
Esta ficción de riquezas, el papel moneda, es el enemigo más disimulado, pero más implacable de la humanidad, porque alimenta la multiplicación, el acrecentamiento y la satisfacción de todos los deseos, porque permite todos los despilfarros, todos los excesos, todas las mentiras, porque hace arrojarse a la explotación de sus semejantes, al robo, a los crímenes, porque falsea el juicio, endurece el corazón y paraliza la conciencia.
 
Desde que circula exclusivamente la falsa moneda de papel, el placer se ha convertido en pesadilla, el trabajo en condena, el descanso en utopía, la economía en desafío y la sabiduría en imposibilidad. Cada uno piensa solamente en enriquecerse al galope para gozar frenéticamente.
 
La Verdad Es Una y Universal
 
Escondido cada uno en su dominio, médicos, filósofos, científicos, religiosos, no se imaginan que la verdad es una y universal, que lo que es verdad en un dominio lo es fatalmente en el otro, que cada uno no tiene nada que temer del descubrimiento de una nueva demostración de esta verdad una y universal, hecho por un vecino o prójimo, sino que, por el contrario, este nuevo esplendor añadido al bloque ya adquirido no podrá sino acrecentar el brillo de lo Verdadero, reunir otras aprobaciones y acercar a los hombres de mejor en mejor.
 
Por todas partes, en efecto, resuenan las llamadas a la unión sagrada y a la paz duradera, pero nadie se da cuenta de que estos deseos no se convertirán en realidades sino el día en que triunfe el espíritu de síntesis, es decir, el conocimiento y la aplicación de todas las reglas de buena conducta humana.
 
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El texto “Las Máquinas y la Limitación de los Deseos” fue reproducido de la obra “La Síntesis Liberadora de la Persona Humana”, de Paul Carton, Ediciones Pastor, Valencia, España, 1964, 95 páginas, pp. 26-30 y 45-46. Su publicación en los sitios web asociados ocurrió el  14 de septiembre de 2020.
 
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