El Concepto Andino de ‘Pachakuti’
Ayuda a Entender los Ciclos Históricos
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
El concepto de Pachakuti ha sido personalizado en la tradición
popular. (Visón parcial de la pintura al óleo de Carlos A. de la Palenque
representando al Inka Pachakuti, y publicada en la obra “Pachakuti IX”.) 
 
 
 
Muchos tienen consciencia de que la sabiduría teosófica del universo está presente en la tradición de los pueblos andinos. Pero no todos saben que este conocimiento tradicional sirve de base para que uno investigue tanto el pasado como el futuro. 
 
La cultura andina trae claves valiosas para que se pueda entender mejor el final del ciclo de 500 años – que comenzó en la primera parte del siglo XVI – de dominación del mundo por parte de la civilización del Occidente.  
 
En su libro de 1946 “Pachakuti IX, el Inkario Crítico”, José Imbelloni amplía el concepto fundamental de Pachakuti, y lo ve ya no como solamente un emperador personal, sino como una era, y como un tiempo de transición entre dos eras. [1]
 
Tras definir que la visión impersonal de Pachakuti como una época es el significado original del término, Imbelloni escribe:
 
“Para los habitantes cultos del Perú Antiguo, quiero decir para los Hamautta-Kuna y sacerdotes, no hay duda que regía sin atenuaciones de ninguna clase la valoración original del Pachakuti. Este representaba para ellos no sólo el finalizar de un ciclo de años determinado, sino también el advenimiento de un período crítico en la vida de la Tierra y del Hombre, que a distancias rítmicamente preestablecidas traía en su comienzo la destrucción y la muerte, y luego en su punto final, la renovación de la vida. Mal hicieron los frailes españoles de la colonia en despreciar y desprestigiar tales ‘embustes y agorerías’; ellos ignoraban en qué medida esa intuición de las periódicas destrucciones y sucesivas renovaciones estaba emparentada con la alta cultura científica, por un lado, y con la metafísica de Platón y las escrituras por el otro.” [2]
 
Esta es una clara referencia a la doctrina teosófica de los ciclos, sobre la que escribió Helena Blavatsky en “La Doctrina Secreta” y otras obras.
 
En las palabras de Imbelloni se establece la relación espiritual directa entre lo platónico y lo andino. La unidad interior entre las dos corrientes filosóficas ocurre en muchos momentos y aspectos. La comprensión del Sol como una consciencia sagrada, por ejemplo, está presente de manera central tanto en los Andes como en la tradición neoplatónica, que es casi un sinónimo de teosofía.
 
Los Himnos al Sol
 
El “Himno a Helios”, del filósofo neoplatónico y emperador de Roma Flavio Claudio Juliano, es un ejemplo notable de este hecho. Constituye un perfecto himno teosófico al Sol, visto como una inteligencia cósmica – el Logos Solar. En el mundo griego y romano antiguo, los himnos al Sol son numerosos. Los más diferentes pueblos antiguos tuvieron una actitud religiosa delante del astro-rey,  expresándola frecuentemente con himnos y canciones devocionales. Entre ellos están China, India, Japón, y las naciones indígenas de Brasil y Norteamérica. [3]
 
En el cristianismo, hay una identidad inmediata entre Cristo y el Sol, y el nacimiento de Jesús es celebrado a pocos días del solsticio de invierno del hemisferio Norte, cuando el Sol “renace” y pasa a ganar fuerza otra vez, en su ciclo anual.
 
El estudio, la observación y la devoción a los astros como inteligencias divinas forma parte de todas las religiones auténticas. En las Cartas de los Mahatmas, quizá los textos más importantes de la literatura teosófica, podemos leer estas palabras de un maestro de sabiduría:
 
“Hubo un tiempo en que, de mar a mar, desde las montañas y desiertos del Norte, hasta los grandes bosques y llanuras de Ceilán, sólo había una fe, un grito unánime: salvar a la Humanidad de las miserias de la ignorancia (…)”. [4]
 
Aunque está relativamente oculta, la unidad interior y esencial entre las religiones de distintas naciones permanece viva. Pero es necesario redescubrirla una y otra vez, en cada tiempo y lugar.
 
La confluencia espiritual y filosófica de lo andino y lo platónico, señalada por Imbelloni,  se hace directa y experimental para algunos. Un ejemplo de ello es dado por la vida y la obra del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616). Nacido en Perú, Garcilaso estudió en España la filosofía platónica y tradujo al español la obra clásica de tema cósmico “Diálogos de Amor”, de León Hebreo.[5] Más tarde, dio inicio al rescate profundo de la sabiduría andina. Pero fue con la traducción de la obra de León Hebreo que el pensador peruano-español empezó la construcción de un puente entre lo más elevado de la sabiduría platónica y lo más elevado de la tradición andina. En esta confluencia encontramos la doctrina de los ciclos. Veamos entonces qué dice Imbelloni.
 
La Palabra Pachakuti
 
Tradicionalmente el término Pachakuti no es el nombre de un emperador inca, sino que significa un período crítico de transición en la vida de la Tierra y del Hombre. Imbelloni escribe:  
 
“Abundan en las crónicas [coloniales] los vestigios de esta creencia difundida en las sociedades organizadas de América, y un lector orientado puede discernir página tras página el eco del terror que invadía el corazón de los hombres al aproximarse una de esas crisis mortales, no sólo en Guatemala, México y Yucatán (véase ‘Religiones de América’ números 3, 4 y 5) sino también en Perú (véase ‘Religiones de América’ números 1, 2, 8, 11 y 12), con una vehemencia y sinceridad  de expresión que – apartando la envoltura fabulosa – debería ya haber preocupado al historiador, si éste no hubiese sufrido la degeneración retórica y literaria iniciada por Garcilaso.”
 
En seguida, Imbelloni establece que el Pachakuti corresponde a un período de cerca de 500 años. [6]
 
Imbelloni se refiere en el tramo citado más arriba a los puntos débiles de la obra de Garcilaso, a las limitaciones de su conocimiento de la tradición andina. Garcilaso salió joven del Perú del siglo XVI, y escribió su obra desde España. No era omnisapiente. Aunque creó las líneas iniciales del rescate de la sabiduría andina, el Inca fue también un heredero de las limitaciones de su tiempo. No inició una degeneración, sino un ciclo de recuperación del respeto por la tradición andina. Y dio los primeros pasos hacia un diálogo intercultural.
 
El conocimiento intuitivo anterior que los Incas tenían acerca del fin de su imperio está documentado en la obra clásica “Tragedia del Fin de Atawallpa”. La edición de 1957 del libro, preparada por Jesús Lara, está disponible en los sitios web de la Logia Independiente de Teósofos. [7]
 
Las Cuatro Edades
 
En la tradición andina, así como en el Popol Vuh de la cultura maya, la historia humana se divide en cuatro Edades. El hecho confluye con la filosofía teosófica.
 
En la obra “La Doctrina Secreta”, Helena P. Blavatsky afirma que la humanidad pasó por “cuatro edades”, o cuatro razas-raíces, hasta llegar a su estado actual. Las cuatro edades son períodos de una duración muy larga y casi inimaginable.
 
En la antigüedad más remota, en la que existió el período glorioso no sólo de los pueblos nativos de América del Sur, sino de las viejas civilizaciones centroamericanas y de la Atlántida, la humanidad estaba todavía en la “cuarta edad”. Pero la humanidad de hoy está en la “quinta edad”, y es marcada por la predominancia de la actividad mental, o sea, del intelecto, el quinto principio de la consciencia. [8]
 
Los pueblos andinos son descendientes de la antigua cuarta edad o raza-raíz, mientras las naciones occidentales de hoy, espiritualmente poco experimentadas, pertenecen a la quinta raza-raíz. En el contexto andino, han llegado a nosotros solamente informaciones escasas y aisladas de la sabiduría del pasado. Desde el punto de vista numérico y superficial, no hay una correspondencia inmediata entre las cuatro edades andinas y las cuatro razas-raíces anteriores enseñadas en teosofía.
 
Al analizar la doctrina andina de los ciclos, José Imbelloni admite que los “cuatro mil años” de la historia del mundo en la tradición andina no pueden ser entendidos de manera literal, “por tratarse de una cronología construida con elementos del todo subjetivos” [9]. Sus números son tan simbólicos, dice Imbelloni, como los “4 mil años anteriores a Cristo”, en la cronología cristiana.
 
Desde un punto de vista esotérico, el que la cronología andina sea “del todo subjetiva” significa en la práctica que ella expresa una simbología velada. Su significado real necesita de claves de lectura para ser correctamente interpretado, y ella tiene varios significados según el contexto en que es usada. Muchas de estas claves están en “La Doctrina Secreta”.
 
El Año Solar de los Andes
 
Teniéndolo en cuenta, veamos lo que escribe Imbelloni al resumir los principales ciclos andinos:
 
“El mayor período cronológico imaginado por los sabios peruanos fue el ‘año solar’, Intipwata, cuya duración era de mil años, y como su ideación descendía en origen de la doctrina cosmológica de las 4 Edades, su terminación estuvo siempre íntimamente  conexa, en la mentalidad del Hamautta y del pueblo, con el angustioso temor de que se interrumpiese la vida de los hombres sobre el planeta; de lo que nadie puede sorprenderse, al meditar que con idénticas características estalló en Europa el terror ‘kiliástico’ del fin del Mundo, que debía producirse en los instantes que inmediatamente precedían al año 1000. El vencimiento de las fechas milenarias se llamó en el Perú, desde tiempo ya muy antiguo, Pachakuti, término que significa por un lado la terminación del ciclo (o catástrofe) y por el otro la iniciación del ciclo siguiente (o renovación).” [10]
 
Una ansiedad “milenaria” similar ocurrió en la civilización moderna occidental en torno al gaño 2000. Hubo gran cantidad de profecías y anuncios de nuevos tiempos. Sin embargo, en realidad los cambios cíclicos son siempre graduales.
 
Erradamente, J. Imbelloni piensa que los “Hamauttas” o sabios ganaban más conocimiento a medida que pasaban los siglos. En realidad ocurría lo contrario. Poco a poco la decadencia espiritual hizo que se perdiera la gran sabiduría que hubo en la antigüedad remota. Pero Imbelloni imagina que el conocimiento andino crecía, y escribió:  
 
“Fue concebido posteriormente por el Hamautta peruano un ciclo menor, de quinientos años, señalado por un Pachakuti ‘intermedio’, el cual ocurría en el punto medio de cada Intipwata. Más claramente, mientras los Pachakuti ‘milenarios’ se colocaban en los años 1000, 2000, 3000 y 4000 después del supuesto punto cero, o principio del Mundo, los Pachakuti ‘intermedios’ caían en los años 500, 1500, 2500, 3500 y 4500.”
 
Imbelloni prosigue:
 
“Cuando comenzaron a advertir con cierta vehemencia el impulso de hacer historia, o, con mayor propiedad, la necesidad de formarse una representación del tiempo pasado y de los orígenes (necesidad que se presenta a todo pueblo en un punto avanzado de su sazonamiento intelectual), los Peruanos construyeron, por medio de sus cantores de gestas y de genealogías, una relación de las hazañas cumplidas durante los reinados del Perú, desde el principio del Mundo hasta los tiempos actuales, y una correlativa lista de soberanos, que formaba su espina dorsal.”  [11]
 
Al contrario de lo que piensa Imbelloni, la sabiduría de los pueblos andinos fue decreciendo hasta su derrota a manos de los europeos en la primera mitad del siglo XVI. La destrucción de la civilización andina estaba prevista por los místicos y sabios del imperio sudamericano. Era el fin de un ciclo, y el comienzo de un nuevo tiempo de 500 años.
 
Los Cinco Siglos Comenzados en 1532
 
Según algunos pensadores andinos, el Pachakuti colonial comenzó con la llegada de Colón a América en 1492 y terminó en 1992, el año, por lo demás, de la gran Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, realizada en Rio de Janeiro.  
 
Pero hay otras posibilidades para marcar el punto inicial y el término del Pachakuti de la dominación del Occidente.
 
El español Francisco Pizarro derrota y captura al emperador Inca Atawallpa (Atahualpa) el 16 de noviembre del año 1532. [12]
 
En ese mismo período, 1531-1532, ocurre la expedición portuguesa de Martim Afonso de Souza a Brasil. Aunque el territorio de Brasil había sido descubierto oficialmente por Lisboa en el año 1500, es sólo en 1531 cuando comienza de hecho la vida colonial y la construcción de este país.
 
Entre 1492 y 1532, el capitalismo mercantil se afirmó mundialmente como heredero del Renacimiento y pasó a la efectiva dominación del planeta. Las transformaciones religiosas, filosóficas y científicas en Europa fueron profundas. La península ibérica estaba en la vanguardia del nuevo tiempo. Y si consideramos que en torno a 1531-1532 comienza el Pachakuti de 500 años, tenemos que el ciclo se agota en torno al año 2032.  
 
Sin embargo, toda transición de un ciclo para otro es gradual, de acuerdo con la filosofía teosófica, y ocupa cerca del 10 por ciento del ciclo.
 
Los años 1992, en un extremo, y 2032, en el otro, podrán representar por lo tanto algo como el inicio y el final de la transición desde el Pachakuti occidentalista, con sus 500 años de dominación materialista-colonialista-neocolonial, para un nuevo tipo de Pachakuti en el que los pueblos indígenas podrán vivir en paz, la espiritualidad será más importante que la acumulación de capital, y la diversidad entre las naciones será respetada.
 
Pero la transición es más amplia, más lenta y más gradual que el período de “40 años en el desierto” que va de 1992 a 2032. El período de 40 años como un tiempo de espera desorientada es mencionado por la Biblia en Números 32:13, y otras partes.
 
Es posible que el proceso histórico de cambio acelerado y ciego entre el final del siglo veinte y la primera parte del siglo veintiuno señale el final de la dominación de las naciones occidentales ricas sobre el resto del mundo.
 
Para usar los términos de la tradición andina, esta transición entre dos Pachakutis quizá invierta la relación “entre lo de abajo y lo de arriba”. En tal caso, lo que estaba arriba va hacia abajo; lo que estaba abajo va hacia arriba. La sabiduría es rescatada. El materialismo pasa a ser considerado inútil. La humildad es respetada, la fuerza bruta pierde importancia.
 
No por casualidad Helena Blavatsky prevé para algún momento del siglo XXI la victoria del bien y de la honestidad en los asuntos humanos. Por lo demás, quizá sea mera coincidencia, pero en el año 2031 se cumplen dos ciclos de cien años desde que Blavatsky nació, el 12 de agosto de 1831.
 
NOTAS:
 
[1] “Pachakuti IX, el Inkario Crítico”, de J. Imbelloni, Editorial Humanior, Buenos Aires, 1946, 294 pp.
 
[2] “Pachakuti IX, el Inkario Crítico”, de J. Imbelloni, Editorial Nova, Buenos Aires, 1946, 294 pp., véase p. 175.
 
[3] “Hymn to Helios”, en “Julian – Volume I”, Loeb Classical Library, Harvard University Press, first published 1913, reprinted 1996, 511 pp., ver pp. 353-435. Los escritos de Juliano están publicados en tres volúmenes en Loeb.
 
[4] Las Cartas de los Mahatmas”, véase la carta 38, p. 362.
 
[5] “Diálogos de Amor”, de León Hebreo, traducción del Inca Garcilaso de la Vega, Colección Austral, Espasa-Calpe Argentina S.A., Buenos Aires – México, 1947, 340 páginas.
 
[6] “Pachakuti IX, el Inkario Crítico”, de J. Imbelloni, Editorial Nova, Buenos Aires, 1946, 294 pp., véase la p. 175. Y la referencia a los 500 años está en la mitad superior de la página 176, línea 4. Sobre la personalización del ciclo “Pachakuti” como un Inca o una serie de Incas, debemos tener presente que la personalización poética y popular de un ciclo como si fuera un personaje humano – o como si fuera un tipo de humanidad – ocurre también en India, y para ciclos mucho más grandes. Un manvántara, un período de manifestación del universo, significa etimológicamente “el período de un Manu”, y un Manu es un personaje personalizado en la tradición oriental. Uno de los niveles de eternidad cósmica, en teosofía, se llama “un Día de Brahma”, y Brahma es igualmente un ser “personal” en lenguaje místico-popular. Las semejanzas entre la teosofía y la tradición andina están por todas partes.  
 
[7] Tragedia del Fin de Atawallpa”, de Jesús Lara (Ed.). Se trata de una edición facsimilar de la edición de 1957 de Imprenta Universitaria, Cochabamba, Bolivia.
 
[8]The Secret Doctrine” (La Doctrina Secreta).
 
[9] “Pachakuti IX (El Inkario Critico)”, de J. Imbelloni, Editorial Humanior, Buenos Aires, 1946, p. 265. 
 
[10] “Pachakuti IX (El Inkario Critico)”, de J. Imbelloni, obra citada, pp. 262-263.
 
[11] “Pachakuti IX (El Inkario Critico)”, de J. Imbelloni, obra citada, p. 263.
 
[12] Helena Blavatsky, una amiga personal de los místicos andinos y viajera que visitó el Perú en dos oportunidades, fundó el movimiento teosófico en el año 1875. La fecha pública y más divulgada de la fundación, aunque no la más exacta, es 17 de noviembre. 
 
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El texto “Pachakuti, Una Clave del Futuro”  fue publicado en los sitios web de la Logia Independiente de Teósofos, LIT, el 10 de julio de 2023. Revisión: Alex Rambla Beltrán. 
 
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Lee más:
 
* Los Mitos Solares,  de Luis E. Valcárcel.
 
* La Teosofía de los Andes, de Carlos Cardoso Aveline
 
 
* Una Tierra de Misterio – I, de Helena P. Blavatsky. (El texto completo, en cuatro partes, está disponible en nuestros sitios web asociados.)
 
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