Efectos Prácticos de la Presencia
de un Ideal en la Vida de Alguien
 
 
Carlos Cardoso Aveline
 
 
 
 
 
Dedicar tu vida a una meta noble y trascendente produce un tipo especial de magnetismo, y también una generosa cantidad de pruebas kármicas.
 
Todo ideal elevado tiene una sustancia propia, aunque sutil, y ella es ajena al juego pequeño y miope de intereses personales de corto plazo.
 
Mi padre, Carlos Lima Aveline, vivió en Rusia en 1970-1971. Había sido invitado a pasar allá todo el tiempo que quisiera. Tenía 58 años y estaba entre los héroes de la lucha pacífica contra la dictadura militar en Brasil. Había sobrevivido a la prisión. Había logrado salir de la prisión siguiendo su propio planeamiento personal y para sorpresa de los carceleros y autoridades militares. Pero ahora era imprescindible tomarse un tiempo de descanso en Rusia. Necesitaba recuperar sus fuerzas y su salud, mientras el regreso a su país era preparado con calma. [1]
 
Un día, mientras caminaba por determinada ciudad no lejos de Moscú, el “Viejo” vio a una pareja de pie en la calle, discutiendo. Tanto el hombre como la chica estaban agresivos. La disputa era desagradable. Sus voces alteradas contradecían profundamente la imagen que el Viejo tenía de una sociedad ideal. Siguiendo un impulso espontáneo, él se dirigió hacia los dos. Utilizó un idioma propio que combinaba portugués, francés y ruso, para darles la orden de terminar la discusión. Los dos obedecieron inmediatamente. Habiendo llegado a la conclusión de que el Viejo era de algún modo una autoridad, quisieron presentar sus documentos personales. Con un gesto y tal vez una sonrisa, los despidió. El Viejo no estaba allí como autoridad formal: actuaba como un ser humano. “En un país socialista, una pareja no discute en la calle”.
 
La presencia de un ideal en nuestras vidas coloca los grandes y pequeños gestos de la existencia cotidiana dentro de un contexto más amplio y brillante. Esto con frecuencia crea situaciones incómodas, como en el ejemplo anterior.
 
La fuerza del ideal hace necesario evitar cualquier error importante en el rumbo de la rabia,  la pereza u otras formas de fracaso personal. “El ideal es la gran fuerza propulsora de la voluntad”, dice Jean des Vignes Rouges, en su extraordinario “Dictionnaire de la Volonté”. En teosofía, si tenemos un ideal, debemos derrotar su opuesto.
 
Cuando buscamos una meta elevada, los buenos hábitos son una obligación. Una actitud correcta y moderada se vuelve natural; y cada vez que hacemos errores desnecesarios, hay un remordimiento. Una intervención poco elegante en defensa del respeto mutuo puede ser un deber nuestro, sobre todo cuando sabemos hacerlo de forma útil y exitosa.
 
En cualquier momento y lugar, cumplir nuestro deber ético es una fuente de contentamiento, y esto ocurre por una razón muy sencilla: la felicidad duradera nace de la paz de uno con su conciencia.
 
NOTA:
 
[1] Fueron muchos los héroes pacíficos de la resistencia contra la dictadura. Sobre algunos de los episodios heroicos de la vida de mi padre, véase la obra “Pau de Arara – a Violência Militar no Brasil”, de Bernardo Kucinski e Ítalo Tronca, Cadernos Perseu, História e Memória, Fundação Perseu Abramo, São Paulo, 247 pp., ver págs. 155-157, Documentos 3 y 4. Al igual que otros familiares, tuve el honor de participar directamente en varios episodios. (CCA)
 
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El artículo “Un Héroe Brasileño en Rusia” es una traducción del portugués, hecha por el autor. Título original y link: “Um Herói Brasileiro na Rússia”. El texto está disponible en inglés en el blog teosófico en “The Times of Israel”. Título: A Brazilian Hero in Russia. La publicación en español ocurrió el  27 de septiembre de 2023.
 
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